miércoles, 24 de agosto de 2016

Fernando de Valenzuela, un valido advenedizo (Parte XI)

1. "La prisión de Valenzuela", obra de Manuel Castellano (1866). Museo del Prado de Madrid.

Don Juan José obró con rapidez. Cuando el 21 de enero de 1677 partía de Hita, una tropa de unos 500 jinetes se hallaba ya camino de El Escorial, donde pensaba apresar a Valenzuela. A las órdenes de don Antonio de Toledo, hijo del Duque de Alba, y del Duque de Medina Sidonia, éstos llegaban a su destino la mañana del 22 cercando todo el recinto del monasterio. A su encuentro saldría saldría el Prior, al que exigieron la entrega de Villasierra por orden de don Juan José de Austria. El máximo mandatario del Real Monasterio les respondió que para ello sería necesario que le entregasen una orden escrita del mismo Rey. Al no tenerla, los nobles alegaron que dicho mandato había sido realizado de manera oral, ante lo cual fray Marcos de Herrera se negó en rotundo a entregar a aquel que había recibido el amparo eclesiástico, advirtiéndoles de que no perturbaran la paz de aquel sacro lugar.

Poco después se haría entrega de un escrito al Prior en donde solicitaban una entrevista privada con don Fernando de Valenzuela, buscando que éste saliese voluntariamente de dicho lugar y se entregase. Sin embargo, Villasierra se negó a salir del Monasterio, indicando que se encontraba allí en virtud de una licencia otorgada por el Rey y que, para retirarse, sería necesaria otra carta en contra que procediese del mismo.

Con aquella negativa, al día siguiente los juanistas entraron por la fuerza en el Monasterio. Tras un minucioso registro no consiguieron encontrar a Valenzuela, el cual se había escondido en un desván. De allí pasaría a la celda de un religioso en donde, por fin, sería encontrado y apresado.

Mientras todo esto acaecía, en la madrugada del 23 de enero, a las cinco horas, don Juan José de Austria había hecho finalmente su entrada triunfal en la capital de la Monarquía, pasando a alojarse en el Palacio del Buen Retiro, donde se hallaban ya desde varios días antes Carlos II y el Duque de Medinaceli.

Una vez en manos de los asaltantes, Valenzuela sería llevado preso a Consuegra el 27 de enero, donde sería encerrado en una torre del castillo prioral, propiedad de don Juan José de Austria, y, por decreto real, privado de todos los honores, preeminencias y prerrogativas obtenidas durante su privanza. Por otra parte, se ordenaría el confinamiento de su mujer, doña María de Ucedo, e hijos en el Convento de las Ursulinas de Talavera de la Reina, a los que, sin embargo, se les concedía 4.000 ducados de renta por juro de heredad situados en lo mejor de su hacienda. Hubo, por tanto, un auténtico ensañamiento con Valenzuela.

Cabe destacar que el apresamiento de Valenzuela y el asalto del monasterio escurialense provocaron una situación más que tensa con las autoridades eclesiásticas, Tras varias cartas cruzadas entre la Corona y la Santa Sede, ésta aceptó devolver a Valenzuela a la justicia eclesiástica. En un primer momento el antiguo privado sería trasladado a la iglesia de Tembleque, en donde sería entregado al vicario general de Madrid, don Francisco Forteza, para posteriormente ser llevado de nuevo a Consuegra, ahora bajo la protección de la jurisdicción eclesiástica. 

El 28 de febrero de 1677 se reunió la congregación de la Inmunidad para tratar de solucionar el conflicto de competencias. Se aprobó la intervención del nuncio papal, Savo Millini, requerida por el Prior de El Escorial, que, tras hacerse con la causa por el fallecimiento del Arzobispo de Toledo, don Pascual de Aragón, y sin haber sentencia condenatoria, requisó los bienes de Valenzuela y acto seguido, el 9 de febrero de 1678 ordenó sus destierro a las Islas Filipinas por un periodo de diez años. Entre sus bienes se encontraban desde las alhajas hasta el ajuar doméstico, pasando por el mobiliario, alfombras, tapicerías, colgaduras, pinturas, armas, ropa personal, etc. La jurisdicción y rentas de sus villas de Villasierra y del Herradón y de otros lugares de su propiedad fueron igualmente secuestrados por la Real Hacienda. 

Con el destierro a Filipinas de Valenzuela y el alejamiento a Toledo de la reina madre doña Mariana de Austria, don Juan José de Austria se hacía definitivamente con el control total del la Corte, el Rey y el Gobierno universal de la Monarquía.

CONTINUARÁ...


Fuentes:

1. Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Precedencia y dirección del Gobierno. El ascenso ministerial de Fernando de Valenzuela en la Corte de Carlos II" en García García  Bernardo J. y Álvarez-Ossorio Alvariño, Antonio: "Vísperas de Sucesión. Europa y la Monarquía de Carlos II". Fundación Carlos de Amberes, 2015.

2. Castillo Soto, Josefina: "Don Juan José de Austria (hijo bastardo de Felipe IV): Su labor política y militar". UNED, 1991.

3. Luque Talaván. Miguel: "La inconstante fortuna de Fernando de Valenzuela y Enciso. Su destierro en las islas Filipinas y los últimos años en la ciudad de México (1678-1692)". Archivo Agustiniano, XCV (2011), 213-244.

4. Ruiz Rodríguez, Ignacio: "Don Juan José de Austria en la Monarquía Hispánica. Entre la política, el poder y la intriga". Dykinson, 2007.

3 comentarios:

  1. Camino libre de impedimentos para el bastardo del rey y ocaso y destierro de un advenedizo.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahora le esperaba un larguísimo destierro en los confines del Mundo (Islas Filipinas) y una etapa final en Nueva España (México) a la espera de un indulto de que nunca llegó...

      Saludos.

      Eliminar
  2. La prisión de Valenzuela no fue precisamente honrosa: carreras por los pasillos del monasterio, gritos y alborotos, y hallazgo por fin del valido ¡en un desván!. Y no me quiero imaginar cuántos metros cruadrados de desvanes puede tener el grandioso monasterio de El Escorial...
    Un beso

    ResponderEliminar