martes, 31 de marzo de 2015

El Viernes Santo de 1679

1. "Relation du voyage d’Espagne" de Madamme d’Aulnoy. Paris, 1691.

La literatura de viajes es sin duda una fuente histórica de primer orden para reconstruir la sociedad y costumbres de la época, aunque siempre se debe tratar con cuidado ya que se adapta el punto de vista subjetivo del observador. Entre los viajeros que recorrieron la España de Carlos II y que dejaron reflejada su impresión sobre nuestro país se encuentra Marie Catherine Le Jumel de Barneville, Condesa d’Aulnoy (1650-1705) que dedicó dos obras a dicho viaje: las "Mémoires de la cour d’Espagne" (1690)  y, sobre todo, su "Relation du voyage d’Espagne" entre 1679 y 1680. Esta última obra tuvo mucho eco en Europa, pues contó con muchas ediciones en Francia (la primera en 1691) y en Holanda, y con traducciones al inglés, alemán y holandés. No se publicó traducida al español hasta 1891.

Con destino a Madrid, Madamme d’Aulnoy cruzó la frontera franco-española por Irún en febrero de 1679, pocos meses después de la firma del Tratado de Nimega (agosto de 1678) que ponía fin a la guerra entre España y Francia, para luego, atravesando las provincias vascas y Castilla, llegar a la Corte del Rey Católico. Tras un viaje tranquilo, en Madrid, lugar en que permaneció durante la mayor parte del tiempo instalada en la casa de un familiar, casi dos años, fue donde tuvo oportunidad de observar la vida cotidiana de los españoles, que intentó reflejar en sus cartas publicadas, y tal vez escritas, diez años después, aunque muchas veces impregnadas de esa mutua tirria e incomprensión que españoles y franceses profesaban por las continuas guerras.

2. Fotogramas de la serie de TVE "Memoria de España" dedicada al reinado de Carlos II, en los que vemos al Rey acompañado de don Juan José de Austria y el resto de la Corte.

Entre los rasgos caracterizadores de los españoles estaba el de ser religiosos. Nadie pasaba por una cruz o retablo callejero, que no faltaban en casi ninguna esquina o cruce de caminos sin saludarlos y santiguarse. El derecho de asilo de lugar sagrado era considerado inviolable. Además los grandes hitos de la vida pública y privada iban acompañados de celebraciones religiosas. Entre éstos tenía un lugar especial la Semana Santa. A continuación la narración que del Viernes Santo de 1679, pocos meses antes de la muerte de don Juan José de Austria, nos hace Madamme d’Aulnoy:

reunidos todos, forman parte de la única procesión que recorre las calles de la villa, y a la cual asisten todas las parroquias y todas las Órdenes. [...] La procesión sale a las cuatro y a las ocho muchas veces no ha terminado todavía. Me sería imposible mencionar a las innumerables personas que acuden a formarla, desde el Rey, don Juan de Austria, los cardenales, los embajadores y la nobleza, hasta los últimos dignatarios de la Corte y de la Villa. Cada uno lleva un cirio en la mano [ver figura 2] y le acompañan muchos de sus criados con antorchas. Todos los estandartes y todas las cruces van cubiertos con una gasa negra. Multitud de tambores, también enlutados con gasas, redoblan lastimeros. La Guardia Real [...] llevan sus armas enlutadas y abatidas hasta el suelo. Hay grupos de imágenes que representan los ‘Misterios’ de la vida y muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Las figuras son bastante malas, mal vestidas, y pesan tanto que a veces no bastan cien hombres para llevar una plataforma sobre la cual se ostenta el Misterio”.

En el siguiente vídeo, a partir del minuto 14:20, pueden ver una escena muy similar a la narrada por d'Aulnoy:


4 comentarios:

  1. Y la tradición ha convertido un hecho religioso en una fiesta ciudadana compartida en el inicio de la primavera. Un ciclo vital que se reanuda cada año.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Conforme leía pensaba en las actuales procesiones del Corpus, más que en las propias de la Semana Santa, pues aún hoy la de Valencia dura varias horas y procesionan gremios, autoridades, ejército, además de determinadas figuras. Y luego, al ver el documental he visto que se refería a esta procesión,
    Sea cual sea la procesión y el tiempo del que hablemos, la influencia de la Iglesia y el sentimiento religioso de la España de otros tiempos era indudable.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. La mala opinión respecto a la calidad artística de las imágenes no deja de ser muy particular. La imaginería barroca de los pasos procesionales era de primer orden. Quizás tuvo mala fortuna en las que pudo ver.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Una de las pocas ocasiones en las que la rígida etiqueta borgoñona se ablandaba para mostrar por las calles de Madrid al rey y toda su corte procesionando pie a tierra.
    Un beso

    ResponderEliminar