miércoles, 28 de enero de 2015

Carlos Fernando de Austria, canónigo de la Catedral de Guadix e hijo de Felipe IV (Parte II)

Vista del Real Alcázar de Madrid, obra de Félix Castello (h. 1630). Museo de Historia de Madrid.

Pasaron los años y Carlos Fernando maduró y creció bajo el amparo de su padre el Rey, contando seguramente con grandes maestros y preceptores. El propio Carlos Fernando declara en su testamento que contrajo un primer matrimonio en Madrid (que debió producirse entre 1657 y 1661) con doña Isabel Garrido Muñoz, hija de don Alonso Garrido y de doña Isabel Muñoz, vecinos de Huete (Cuenca). Declara asimismo que su mujer no trajo dote alguna a su matrimonio, y que cuando falleció le quedaron muy pocos bienes: “como constará por el inventario que hice de ellos en la Villa de Madrid ante Gabriel Pacheco, Escribano de su Majestad y juez de ella”. De este primer matrimonio, entre los años 1657 y 1665 nació un primer hijo, llamado Francisco Fernando de Austria que llegaría a ser “religioso agustino calzado de la provincia de Castilla”, que a fecha del testamento tenía su “conventualidad” en el colegio de doña María de Aragón en Madrid. 

Sin embargo, este primer matrimonio duró poco, pues doña Isabel murió antes de 1665 en Madrid. No obstante al año siguiente, 1666, contrajo segundas nupcias. En esta ocasión se trató de doña Francisca Díaz de Lavandero y Córdoba, pariente del Marqués de Torrenueva, e hija de don Jerónimo Díaz de Lavandero, natural del valle de Cabezón de la Sal (Cantabria), y de doña Juana de Córdoba, natural de Toledo, ambos vecinos de Madrid. Carlos Fernando declaró asimismo que doña Francisca Díaz de Lavandero trajo de dote veinte mil setenta y tres reales, “como constará de la Carta Dotal que a su favor otorgué ante Juan Reales, Escribano de su Majestad y juez de Madrid, de fecha en dicha villa en treinta de enero del año de mil seiscientos sesenta y seis”. En 1668 nacería el primer hijo del matrimonio, que en esta ocasión se tratará de una niña que llevaría por nombre Mariana Fernando de Austria en honor y, sin duda buscando la protección, de la reina regente doña Mariana de Austria, quien tenía muy buena relación con Casilda Manrique de Luyando, la madre de Carlos Fernando, desde los tiempos en la Corte de Viena como vimos en la anterior entrada. Aún tendría un tercer hijo, como declara su testamento, que debió de nacer entre los años 1669 y 1671, y que llamó Antonio Fernando de Austria. Con los años también este hijo varón se haría religioso, en este caso trinitario calzado en el convento de la Santísima Trinidad de Calzados de la ciudad de Córdoba.

1670 será un año duro para Carlos Fernando. Sabedor de la fragilidad de su madre Casilda debido a su avanzada edad y consciente del incierto futuro que podía depararle al ser hijo natural del fallecido Felipe IV y, por tanto, medio hermano del rey-niño Carlos II, en el mes de mayo obtiene una reserva de plaza para su hija Mariana, de apenas dos años de edad, en la iglesia de San Nicolás de Madrid, nombrándola en una de las dotes de la memoria que para remediar huérfanas fundó en dicha iglesia don Juan de Herrera, nombramiento que a su favor hizo el licenciado don Gregorio de Anguiano. Además, años después consiguió con la intermediación del Marqués del Carpio la posibilidad de entrar como religiosa en el Convento de Jesús Crucificado de Córdoba, en la primera plaza que vacase, si así era su voluntad. De esta manera comienza a verse la preocupación que sentía Carlos Fernando por el futuro de su hija. En el mes de agosto su madre, Casilda Manrique de Luyando, muería en Madrid.

En la ejecución testamentaria de su madre Carlos Fernando aparece nombrado como criado. Se trataría de una forma de poder recibir algo de su madre, en concepto de criado, sin que de esta forma pudiera reconocerse su filiación. A este respecto, es importante apuntar que hasta la muerte de su madre, Carlos Fernando firmaba solo con su nombre, sin el propio apellido Austria, como puede verse en la carta dotal que firmó en el año 1666 a favor de su segunda mujer. En ella, para desviar rumores, se decía ser natural de Alemania. No obstante, la calidad de su letra, puesta de manifiesto en su testamento ológrafo, en sus firmas, y en el testimonio que aparece escrito por él mismo detrás del certificado de defunción de Casilda, indica a las claras su esmerada educación. En este último documento deja entrever ya que la finada era su madre, anotándolo con una abreviatura.

Con motivo de la muerte de su madre, casado y con tres hijos, en el año 1671 Carlos Fernando se ve obligado a escribir a la Reina Regente un memorial pidiendo acomodo y ocupación en cualquier asunto que dispusiera Su Majestad. Lo pide en razón de haberse criado con el amparo de la Casa Real y por hallarse en condiciones para cumplir cualquier encargo que ésta pudiera hacerle merced.

(COTINUARÁ)

Fuentes:

* Miranda Rivas, Marcelo Fernando: "Nuevas luces acerca de Carlos Fernando de Austria". Revista "Nieve y Cieno", opúsculo anual, Guadix, nº 61, año 2015. ISSN: 1697 - 1647

* Rodríguez Sánchez, Sergio Antonio: “Un canónigo de la Catedral de Guadix era hijo de Felipe IV”. Revista “Nieve y Cieno”, opúsculo anual, Guadix, nº 46, año 2001, págs. 111-112.

6 comentarios:

  1. Ser bastardo del rey era en aquellos tiempos una aventura de final incierto.
    Y luego estaba por añadidura esa costumbre arraigada de llenar los conventos e iglesias de gente sin vocación religiosa, una manera de dar una salida o solución a la descendencia.
    Un saludo.

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    1. Esconder los pecados de la carne encerrándoles en conventos fue una práctica habitual entre la realeza y la nobleza de aquel tiempo.

      Un saludo

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  2. Por lo que veo, y aun permitiéndosele casarse, todos sus hijos, de momento, quedaron neutralizados de la línea de sucesión al trono al ser recluidos entre los muros del convento, práctica usual impuesta a los hijos naturales de los resyes de la Casa de Austria.
    Un saludo

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    1. Ya la ilegitimidad les alejaba de toda pretensión al trono, ni aún con un reconocimiento del real padre de por medio, como don Juan José de Austria. Lo curioso de este hecho es que desde el primer momento no se decidiese encerrar a don Carlos Fernando en un convento o atarle a algún tipo de orden religiosa como ocurrió con otros bastardos, esa decisión de entrar en religión sería posterior y por voluntad propia.

      Un beso

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  3. Era una situación incómoda la suya. Un hidalgo de pueblo, con un mayorazgo modesto, habría vivido con bastante más sosiego.

    Saludos.

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    1. Sin lugar a dudas amigo Retablo, la bastardía era dura de llevar, y más cuando tu padre era el mismísimo Rey.

      Un saludo

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