jueves, 11 de septiembre de 2014

De la Diada y Cataluña

1. Boda de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya en Figueras el 5 de noviembre de 1702.

Como todos los años en esta fecha me gusta dedicar unas líneas a la celebración de la Diada, especialmente este año en el que el señor Arturo Mas parece que quiere llevar a cabo una de las mayores obras de teatro desde los tiempos de don Pedro Calderón de la Barca.

Recordemos que lo que hoy se celebra (o se conmemora) es la caída de Barcelona en poder de las tropas borbónicas dirigidas por el mariscal Duque de Berwick el 11 de septiembre de 1714 tras casi 14 meses de asedio, poniendo casi fin a la contienda sucesoria española (aún quedaría la reconquista borbónica del Castillo de Cardona y de Mallorca). Hasta aquí el hecho histórico, ¿pero cómo y por qué se llegó a este momento? Podemos apuntar varias razones:

- El odio catalán a Francia tras las últimas guerras contra Luis XIV que culminaron con la caída de Barcelona en 1697.

- Los intereses económicos del eje catalano-anglo-holandés que dominaba la vida política y económica de Barcelona y la Plana de Vic (los conocidos 'vigatans') bajo el paraguas protector del virrey Jorge de Hesse-Darmstadt (1698-1701), y entre los que destacan nombres como el de Narcís Feliù de la Penya, Joan Kies, Arnold Jäger, Mitford Crowe, la familia Lledó, la familia Dalmau, etc.

- Las importantes conexiones internacionales de los anteriormente citados, en especial con las potencias marítimas, enemigos acérrimos de Luis XIV y la Casa de Borbón en su lucha por el dominio de Europa y el comercio atlántico.

- La fidelidad dinástica a la Casa de Austria de una parte importante de la nobleza y el clero catalán.

Entre las causas anteriores no he citado a posta la defensa de los fueros y privilegios catalanes, ya que, pese a la desmemoria maliciosa de algunos, Felipe V realizó el juramento recíproco de los mismos el día 4 de octubre de 1701, 2 días después de su entrada oficial y solemne en Barcelona, a donde había llegado el 24 de septiembre, y en donde permanecería hasta el 8 de abril 1702, periodo durante el cual se integraría en la vida política catalana recibiendo las alabanzas y pleitesias de la nobleza, el clero y las instituciones catalanas (Generalitat, Consell del Cent,...). Durante este año en Cataluña, Felipe V contraería primeras nupcias con la princesa María Luisa Grabriela de Saboya, matrimonio que fue ampliamente festejado por el pueblo catalán. Sin embargo, el hecho más importante que se produjo en estos meses fue la celebración de las tan esperadas Cortes, que el Rey inauguraría el día 12 de octubre de 1701. Recordemos que Cataluña no había celebrado unas cortes desde 1599 (las de 1626 bajo el reinado de Felipe IV no llegaron a concluirse). 

Las Cortes de 1702 se pueden citar como las más ventajosas de la historia catalana pues, aunque no se logró la renuncia regia al tema de las desinsaculaciones, privilegio que la Corona se reservaba desde la reconquista de Barcelona en 1652 a manos de don Juan José de Austria, sí que se consiguieron tres importantes concesiones: la autorización para erigir una casa de puerto franco en Barcelona, el permiso para enviar cada año dos barcos catalanes a América (se rompía así el monopolio castellano con las Indias, secular reclamación de la Corona de Aragón y de Cataluña en particular) y la creación de una junta encargada de proyectar y fundar una Compañía Náutica Mercantil y Universal. Se daba, por tanto, satisfacción a la importante burguesía mercantil catalana citada anteriormente.

En compensación de todas estas concesiones reales, las Cortes catalanas otorgaron a Felipe V un donativo de un millón y medio de libras. Además, para celebrar la conclusión de las Cortes y premiar los servicios prestados, así como para estrechar los lazos de los catalanes con la Corona, el Rey concedió una serie de gracias a numerosas personas (títulos nobiliarios, privilegios de nobles, nombramientos como ciudadanos honrados, etc). Podemos decir, sin duda, que tanto desde el punto de vista de Felipe V como desde el punto de vista de los catalanes el balance de las Cortes de 1701-1702 fue claramente positivo.

2. Actas de las Cortes catalanas de 1701-1702, presididas por Felipe V.

Pero, dicho todo esto, y a la vista de esta aparente relación idílica, ¿por qué se llegó a la ruptura entre Cataluña y Felipe V?

Como citábamos anteriormente, en ciertos sectores catalanes existía un cierto recelo hacia lo francés tras años de lucha, pero no nos equivocamos si citamos como causa principal los intereses económicos de la burguesía mercantil y la fidelidad austriaca de la clase política catalana fiel al depuesto virrey Jorge de Hesse-Darmstadt como ya citamos en las entradas dedicadas al mismo. Tras la constitución de la Alianza de la Haya en septiembre de 1701 entre el Imperio, las Provincias Unidas e Inglaterra y la declaración de guerra de las mismas a Francia y España, se rompía el floreciente comercio entre Cataluña y las potencias marítimas que había supuesto el auge económico de Cataluña en las décadas finales del siglo XVII, lo que hizo que la burguesía mercantil empezase a mover los hilos para no perder su privilegiada posición económica, a lo cual se sumaba el austracismo latente atizado desde Viena y Londres por el influyente Príncipe de Darmstadt. El primer intento de asalto aliado a Barcelona en 1704 fracasaría al no estar aún madura la conjura, sin embargo, en 1705 la capital catalana sería conquista por el archiduque Carlos (proclamado Carlos III de España en Viena 2 años antes), a partir de ahí todo es ya historia conocida: una guerra civil, con marcado carácter dinástico, entre austracistas y borbónicos que duraría casi 10 años y que culminaría en la reconquista de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 con el que iniciábamos esta entrada.

Estos son los hechos históricos: una lucha civil y dinástica en la que los intereses económicos y políticos de las clases privilegiadas hizo que esta se decantase por uno de los dos bandos, el austracista, y una derrota que supuso la supresión de los fueros y privilegios por parte de un Felipe V que se sentía traicionado por aquellos que le habían jurado como Rey en 1701. 

Estos sucesos serían utilizados y tergiversados a finales del siglo XIX por Prat de la Riba y los ideólogos de las las Bases de Manresa (1892), que fueron el germen del nacionalismo catalán, para crear una historia imaginada de Cataluña, confundiendo fueros y privilegios, con independencia política, para justificar y dar fuerza a sus reivindicaciones de autogobierno tras el fracaso de la I República y las políticas federalistas de Pi i Margall y la incapacidad del Estado en tiempos de la Regencia de María Cristina y de la crisis finisecular (1898) para dar respuesta a muchas de las reivindicaciones de la pujante burguesía industrial catalana embebida de la fiebre de los nacionalismos europeos decimonónicos.

Con todo esto llegamos hasta el día de hoy, donde los herederos políticos de Prat de la Riba, la conservadora y ultracatólica CiU de la nueva burguesía catalana, que gobierna Cataluña desde 1980 ha aprovechado el poder para adoctrinar a gran parte de la población catalana a través del control de la educación en escuelas y universidades (con el permiso del estado de las autonomías derivado de la Constitución de 1978) con el fin que crear un clima l suficientemente maduro que les permita cumplir con sus objetivos políticos y de clase, llegando hasta el día de hoy, donde, dirigidos por un descerebrado con aires de grandeza y muchas turbiedades que esconder, Artur Mas, pretenden lanzar un último órdago al Estado español y al pueblo catalán, que sitúe a Cataluña al borde de la guerra civil como sucedió en 1705.


3 comentarios:

  1. Un nacionalismo de ricos, de burgueses catalanes que no quieren codearse con andaluces y extremeños. Citar a Gandhi o a Luther King es una majadería y un desatino histórico. Un nacionalismo que se inventa su propia historia a conveniencia. Unos dirigentes que utilizan el asunto como cortina de humo que tape sus ineptitudes y sus corruptelas. A mí que la gente se sienta de aquí o de allá me trae al pairo. Lo que me fastidia es que se utilice por sus dirigentes con fines poco claros. El tema urgente para mí no es de nuevas fronteras que hay que levantar ni de banderas que hay que enarbolar contra otras banderas. Lo importante está en resolver los problemas acuciantes que tienen en común tanto los catalanes como el resto de los españoles: trabajo, sanidad,educación, gestión tranparente de sus dirigentes, honestidad y eficacia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Un magnifico documento el que nos traes sobre la Diada catalana. Creo que una parte muy importante del pueblo catalán desconoce su historia porque se la han contado sesgada. La ignorancia de la gente es lo que la convierte en dominable.

    Saludos

    ResponderEliminar