lunes, 25 de noviembre de 2013

El Príncipe de Darmstadt, de la fidelidad a la Casa de Austria al mito catalán (Parte II)

El sitio de Barcelona de 1697, con la flota francesa bloqueando el puerto de la ciudad. Grabado de la época, Biblioteca Nacional de Portugal.

A comienzos del año 1695, el Emperador llamó al Príncipe Darmstadt para encomendarle una importante empresa: comandar un ejército formado por unos 3.000 efectivos con el cual Leopoldo I quería contribuir a la defensa de Cataluña frente a los franceses en la recta final de la Guerra de los Nueve Años (1688-1697). El mes de agosto de 1695 Jorge de Hesse-Darmstadt desembarcaba en Barcelona al mando de los regimientos Sajonia-Coburgo, el imperial de Zweibrücken y el del Barón de Beckh, y pronto va a obtener el apoyo del Virrey de Cataluña, el Marqués de Gaztañaga, prueba evidente de las urgentes necesidades de defensa por las que atravesaba el Principado. Con el siguiente Virrey, nombrado en 1696, Francisco Fernández de Velasco, Conde de Melgar, las relaciones serán en cambio mucho menos cordiales.

El sitio francés sobre Barcelona en el verano de 1697 y la posterior ocupación de la ciudad durante cinco meses van a ser, sin menor duda, el evento militar más importante que va a afrontar el Príncipe Darmstadt en sus primeros años de servicio en España, lo cual le valdrá el reconocimiento oficial y una enorme popularidad entre las clases populares barcelonesas; el hecho que el Príncipe optara por la resistencia frente a la opinión del Virrey, partidario de la capitulación frente a las tropas francesas del Duque de Vendôme, van a convertirlo en una especie de héroe de la resistencia de Barcelona.

Representación moderna del sitio de Barcelona de 1697.
Ocupada Barcelona, sustituido Melgar por el Conde de La Corzana, y reunida en la ciudad holandesa de Ryswick una conferencia internacional para buscar un acuerdo de paz entre Francia, España, el Imperio, Inglaterra y las Provincias Unidas, el Príncipe Jorge de Hesse-Darmstadt va a decidir viajar a Madrid para reunirse personalmente, por primera vez, con Carlos II. Presentado por el Almirante de Castilla, cabeza visible del partido austracista/imperial formado en la Corte, y con el apoyo de su prima la reina Mariana de Neoburgo y el embajador imperial en Madrid, el conde Ferdinando Bonaventura de Harrach, Jorge de Hesse-Darmstadt va a obtener del Rey la dignidad de Grande de España, la concesión del Toisón de Oro, una substanciosa pensión y, el mes de diciembre de 1697, el nombramiento como nuevo Virrey de Cataluña. El 4 de enero de 1698 el ejército francés abandonaría Barcelona como consecuencia de los acuerdos de paz firmados en Ryswick y Darmstadt volvería triunfante a la capital catalana.

La actividad militar desplegada por Jorge de Hesse-Darmstadt en Cataluña durante los años previos a su nombramiento como virrey van a estar acompañados de intensas labores diplomáticas en el Principado, en la Corte de Madrid y con diferentes agentes europeos, todas ellas con el objetivo de ir dando cuerpo a un partido imperial en la Corte cada vez más fuerte y con más capacidad de influencia sobre Carlos II. La presencia de tropas imperiales en Cataluña. la muerte de la reina madre Mariana de Austria (1696), férrea partidaria de la sucesión bávara, y la sustitución en la embajada imperial de Madrid del Conde Lobkowitz por el experimentado Conde de Harrach, abrían un escenario idóneo para el partido austracista, y en este contesto se va a situar la visita del Príncipe de Darmstadt a Madrid y las generosas concesiones con las que va volver a Cataluña. Esta etapa de claro predominio del partido imperial en la Corte de Madrid tendrá una vida efímera, sobre todo desde que la paz con Francia va a permitir a Luis XIV enviar, de nuevo, un embajador ante Carlos II, en este caso el Marqués de Harcourt. Esto, sumado a las reticencias del Emperador a enviar más tropas a España y a aceptar que su hijo el archiduque Carlos viajara a Madrid para dar fuerza a su candidatura a la sucesión, van a hacer que el partido francés comenzara a ganar posiciones.

Estando ya en Barcelona, y habiendo tomado ya posesión de su nueva responsabilidad como virrey, el Príncipe de Darmstadt recibe, en noviembre de 1699, notificación de la Corte imperial de haber sido nombrado mariscal de campo (Feldmarschal), la máxima graduación imperial, algo que podría obligarle a volver a Viena para pasarse de nuevo al servicio de Leopoldo I y asumir responsabilidades militares en otros frentes. Frente a la posibilidad de abandonar Cataluña, el mismo Darmstadt reconocería que, en relación con la cuestión sucesoria, quedaba muy poco por hacer, y se mostraba convencido de que finalmente el partido francés conseguiría sus objetivos. Como es sabido, sin embargo, el Príncipe, pese a sus nuevas responsabilidades militares, no abandonaría el Principado hasta después de la muerte de Carlos II.

Los poco más de 3 años de virreinato del Príncipe Darmstadt van a estar marcados, obviamente, por la cuestión de la sucesión de Carlos II. Por lo que respecta a la política interior del Principado, se van a tomar medidas de distinta importancia en el ámbito económico o de organización institucional, pero lo más interesante es la manera en la que Jorge de Hesse-Darmstadt va a aprovechar su privilegiada situación política para contribuir a la formación de un partido austracista/imperial en Cataluña y, al mismo tiempo, mantener una incesante actividad diplomática y correspondencia con Madrid y Viena.

Para hacerse una idea de la capacidad de influencia alcanzada por Darmstadt durante estos años, sólo hay que tener en cuenta que sumaba a su condición de virrey, la cual le permitía mantenerse al mando de una estructura piramidal de relaciones clientelares y políticas, el hecho de continuar siendo el comandante supremo de los regimientos alemanes con los cuales había llegado a Cataluña el año 1695. La presencia de tropas imperiales en el Principado generaba enormes problemas, especialmente aquellos derivados de su alojamiento y manutención, pero no hay duda de que este hecho acabaría produciendo nuevas relaciones de dependencia y fidelidad, de las tropas hacia su general, y también, de la población civil hacia dichas tropas. Todo esto puede, por tanto, considerarse el hecho que permitiría a Darmstadt, una vez iniciada la Guerra de Sucesión, hacer de Cataluña un territorio fiel a su persona y, por extensión, a los intereses de la Casa de Austria.

CONTINUARÁ...

Fuentes: 

*Alvareda Salvadó, Joaquim: "La Guerra de Sucesión de España (1700-1714)". Crítica, 2010.

* López i Camps, Joaquim E.: "El Príncipe Jordi de Hessen-Darmstadt i la Guerra de Succesió. Alguns apunts per una biografia necessària", en "L'Aposta catalana a la Guerra de Successió (1705-1707). Actes del congrés celebrat a Barcelona del 3 al 5 de novembre de 2005 al Museu d'Història de Catalunya". Generalitat de Catalunya, 2007.

* Ragon i Cardoner, Joaquim: "El último virrey de la administración habsburguesa en Cataluña: Jorge de Darmstadt y Landgrave de Hassia (1698-1701)". Pedralbes, Revista D'Historia Moderna (1982).

* Torras y Ribé, Josep Maria: "La Guerra de Succesió i el setges de Barcelona (1697-1714)". Rafael Dalmau Editor, 2007.

6 comentarios:

  1. Que duda cabe que el periplo realizado como aprendizaje, que leí en la primera parte, bien le sirvió. Su valía parece que impresionó al emperador, que le encomendó importantes cometidos; y en España veo que inclinó de forma definitiva Cataluña hacia el partido austriacista.
    Un saludo.

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    1. Sin duda era un hombre experimentado en la política de la época y que duda cabe que sus viajes y amistades le ayudaron a tejer un gran entramado austracista en torno a la sucesión española que sería decisivo a la subida al trono de Felipe V.

      Un saludo

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  2. Amigo Carolus II, le doy la bienvenida como seguidor de mi blog. Hay intereses comunes, veo en su blog un análisis muy detallado de la historia que no encuentro en algunos textos conspícuos y esto lo valoro en gran manera, por mi parte debo decirle que me interesa este análisis y su correlación con la historia del arte.
    Saludos
    Francesc Cornadó

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    1. Gracis Francesc. Soy consciente de la densidad o demasiada complejidad de algunas de mis entradas, pero este blog tiene un finalidad didáctica basada en el rigor de fuentes históricas y autores. Me alegra que te guste.

      Un saludo

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  3. Poca gracia tenían que hacer a las poblaciones mantener con techo, cama y comida, al margen de paja para los caballos si se daba el caso, a tantas tropas, ya bien fueran alemanas, francesas o de la tierra. Dura tarea la del príncipe como virrey de Cataluña entre tanta intriga.
    Un saludo

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    1. Los alojamientos de tropas fueron uno de los mayores problemas de los ejércitos de la Europa Moderna, así como alimentación y vestido...no sería hasta la profesionalización de los ejércitos en el siglo XVIII cuantos poco a poco se fueron solucionando estos problemas y dando homogeneidad a los cuerpos del Ejército.

      Un beso

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