lunes, 20 de septiembre de 2010

LAS GUERRAS DEL REINADO (II): LA GUERRA DE DEVOLUCIÓN (PARTE XIII)

Carlos II y los firmantes de la Triple Alianza de La Haya.

El 23 de enero de 1668 se firmaba el Tratado de La Haya entre Inglaterra y las Provincias Unidas, al que más tarde, el 25 de abril, se uniría suecia. En principio, esta coalición, la llamada Triple Alianza, se presentó como un agente mediador que serviría para que España cediera un equivalente de los derechos de la reina de Francia María Teresa reclamados por Luis XIV y que constituían el “casus belli” de la Guerra de Devolución. Pero esta alianza era algo más, pues el tratado incluyó una cláusula secreta que acordaba que si Luis XIV seguía su avance los aliados se unirían para devolverle a las fronteras de 1659:

Si, contra toda esperanza, rehusare el rey Cristianísimo prometer el firmar el tratado de paz, luego que los españoles le cedan todos los lugares que les ha ocupado en la última expedición u otro equivalente igual en que se convenga por mutuo consentimiento, no cumpliere lo prometido o rehusare o despreciare las fianzas y seguridades expresadas en dicho tratado, las cuales son necesarias para evitar el temor que justísimamente se ha concebido de que el rey Cristianísimo haya mayores progresos con sus victoriosas armas en la mencionada Flandes, que en todos estos casos, como en el de que con otros pretextos o medios indirectos intente impedir o eludir la conclusión de la paz, la Inglaterra y las Provincias Unidas estarán obligadas, no solamente a unirse con el rey de España y a hacer la guerra contra Francia por tierra y mar, con todas sus fuerzas juntas, para obligarla a hacer la paz con las condiciones arriba dichas, sino también a continuar la guerra, en caso de que las armas tomadas por este fin sean favorecidas y protegidas de Dios; y parece conveniente de común consentimiento, hasta que se restituyan las cosas a aquel estado en que estuvieron en tiempo de la alianza concluida en los montes Pirineos en los confines de los dos reinos” (1).

Poco después pedían a Francia que frenase su avance y se ofrecían como mediadores para que España aceptase bien la cesión del Franco Condado, bien la de Luxemburgo, Cambrai, Douai, Saint-Omer, Bergues, Furnes y Linck.

La reacción de Luis XIV, indignado al conocer las cláusulas del Tratado de La Haya, fue doble. Por una parte lanzó una ofensiva diplomática: a través del Elector de Colonia hizo saber al Emperador su deseo de llegar a un acuerdo de reparto de la Monarquía Hispánica. Una idea que no era nueva, pues ya había sido planteada en 1663 por el Elector de Maguncia, Johann Philip von Schönborn. Esta propuesta, si bien al principio fue recibida con evasivas por Leopoldo I, poco después, interesado en frenar el avance francés pero sin contar con España, a la que había dado largas a sus peticiones de ayuda (2), acabó por aceptar. Ya en octubre de 1667 Hugo de Lionne, uno de los mayores panegiristas de Luis XIV, informaba que “el rey y el emperador están de acuerdo con una partición de sus futuros derechos, y para complacer al emperador Su Majestad quedará satisfecho de momento con lo que sus ejércitos tienen ocupado en Flandes” (3). Poco después París y Viena firmaban el Tratado de Grémonville de 19 de enero de 1668: en caso de muerte de Carlos II sin descendencia, el Emperador se haría con España, las Indias, Milán y el Marquesado de Finale, mientras que el Cristianísimo adquiriría la herencia borgoñona, es decir, Flandes y el Franco Condado, más Navarra, Nápoles y Sicilia, Rosas en Cataluña, las Islas Filipinas y las Plazas de norte de África (4).


La toma de Dole, obra de Adam Frans van der Meulen.


Por otra parte, Luis XIV lanzó una nueva ofensiva militar en el Franco Condado dirigida por el Príncipe de Condé: el Franco Condado era un pequeño territorio patrimonial de la Casa de Borgoña que pasó a la Casa de Austria por el matrimonio entre María de Borgoña y el emperador Maximiliano I, abuelo de Carlo V, y que hacia frontera con la Baja Borgoña francesa (5). Entre ambas Borgoñas siempre había habido un cierto pacto tácito de no agresión, no siempre respetado, pero que había hecho que la guerra no llegase a ellas y se situase siempre en frentes más alejados, con la excepción de la llamada “Guerra de los Diez Años” (1634-1644) (6), enmarcada en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la Guerra Hispano-Francesa (1635-1659). Pero el Gran Condé, Luis II de Borbón, necesitado de recuperar el favor perdido de Luis XIV tras los sucesos de la Fronda y conocedor de la situación del Franco Condado tras sus servicios en Flandes a favor de Felipe IV, propuso a la Corte francesa su conquista. Para ello, el mismo Condé encabezaría un pequeño ejército de 14.000 hombres y unas cuantas piezas de asedio que atacaría en pleno invierno para sorprender a las defensas hispanas y a su guarnición. Pero ya antes una masa de informadores, espías e ingenieros franceses habían tomado buena nota de las defensas del territorio, además de allanar el camino a la invasión.

En esos momentos la Borgoña apenas disponía de 644 soldados regulares encuadrados en las cuatro guarniciones y plazas fuertes, las de Besançon, Dole, Grai y el castillo de Toux, además de 1.000 soldados nuevos que debido a la guerra la provincia había levantado y pagaba a su costa, una dotación, sin duda, del todo insuficiente. Además existían pactos de ayuda en caso de guerra con los cantones suizos, llegándose a intentar por parte de la provincia la contratación de algunos regimientos mercenarios, pero nada se llegó a lograr a tiempo para frenar la invasión (7).


El 4 de febrero inició la invasión del Franco Condado. Como respuesta la población convocó el sistema feudal de movilización, el “arrierè-ban”, pero de nada sirvió. La dotación regular, menos de 2.000 hombres, junto con otros 7.000 milicianos convocados por la provincia, poco pudieron hacer para frenar la ofensiva francesa. La capital, Besançon, fue tomada por Condé en persona con solo 1.500 hombres y sin disparar un solo cañonazo. El resto de las ciudades más importantes cayeron en pocos días sin que la población opusiera resistencia. La única ciudad que trató de defenderse fue Dole, que se negó inicialmente a capitular, recordando su adhesión a España y el anterior sitio puesto a la plaza en 1636. Pero la acción de nada sirvió y ante la posibilidad de un asalto la ciudad se rindió al mismo Luis XIV en persona. En apenas dos semanas los franceses ocuparon el Franco Condado, llevándose como premio los 100.000 escudos del impuesto de la sal (8).

Sin duda, la resistencia de los habitantes del Franco Condado fue nula o casi inexistente, siendo en toda regla una campaña relámpago para la época. La ineptitud del Gobernador del territorio, Marqués de Yennes, fue crucial, pero también cabe decir que tuvo que lidiar con una provincia desunida y enfrentada entre sí, en una lucha entre las dos capitales rivales: Dole y Besançon. No se usaron las posibilidades de las milicias borgoñonas para cortar y ocupar los pasos montañosos, ni se destruyeron los puentes, de hecho los franceses se dividieron en pequeñas columnas para ocupar la provincia ante la falta de resistencia. Eso se podía haber evitado. Pero también es cierto que la provincia estaba desatendida y olvidada por la Monarquía, mal dotada de guarnición y mal comunicada con el resto de las posesiones hispanas.

Todas estas acciones inclinaron a la Triple Alianza a apoyar a España pidiendo un inmediato alto el fuego. Luis XIV, a pesar de su fuerza militar, non estaba preparado para hacer frente a una coalición europea, y se avino a aceptar la propuesta de la Santa Sede, que había realizado labores de mediación desde el inicio de la guerra, a través del nuncio Bargellini, y entabló negociaciones con España.





Fuentes Principales:


* Pernot, François: “La Franche-Comté espagnole à travers les archives de Simancas, une autre histoire des Franc-Comtais et de leurs relations avec l’Espagne de 1493 a 1678”. Presses Universitaires de Franche-Compté, 2003.

* Rodríguez Hernández, José Antonio: “España, Flandes y la Guerra de Devolución (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilización para el mantenimiento de los Países Bajos Españoles”. Colección Adalid / Ministerio de Defensa, 2007.

* Usunáriz, Jesús María: “España y sus tratados internacionales: 1516-1700”. Ediciones Universidad de Navarra. Pamplona, 2006.


Notas:

(1) Esta larga nota pertenece al artículo III de los artículos separados y secretos del Tratado de la Haya. Abreu, José Antonio: “Colección de tratados de paz, alianza, neutralidad, garantía, protección, tregua, mediación, accessión, reglamento de límites, comercio, navegación, etc. hechos por los pueblos, reyes y príncipes de España […] Reinado de señor Carlos II". Parte III, Madrid, 1752.

(2) Recuérdese que Leopoldo I era hermano de la regente doña Mariana de Austria y, por tanto, tío de Carlos II. El Emperador, pese a las continuas peticiones de ayuda, siempre dio largas a su familia de Madrid.

(3) Kamen, Henry: “España en la Europa de Luis XIV”, en “Historia de España Menéndez Pidal. XXVIII. La transición del siglo XVII al XVIII. Entre la decadencia y la reconstrucción”. Madrid, Espasa Calpe, 2000. Pag. 216.

(4) Este es, por tanto, el primer tratado de reparto de la Monarquía Hispánica y no, como afirman algunos historiadores, el de 1698 (Tratado de La Haya de 11 octubre de 1698). En total hubo tres: 1668, 1698 y 1700.

(5) Para saber más sobre el Franco Condado español léase Pernot, François: “La Franche-Comté espagnole à travers les archives de Simancas, une autre histoire des Franc-Comtais et de leurs relations avec l’Espagne de 1493 a 1678”. Presses Universitaires de Franche-Compté, 2003.

(6) Sobre la Guerra de los Diez Años consúltese Gérard Louis: “La guerre de Dix Ans (1634-1644)”. Presses Universitaires de Franche-Compté, 1998.

(7) Carta del Sr. Juan Bautista de Bateville, 24 de julio de 1667. Copia de la carta del Marqués de Yennes, Gobernador del Franco Condado, para el Marqués de Castel-Rodrigo, 15 de diciembre de 1667. A.G.S. Estado Leg. 2.106 y 2.107.

22 comentarios:

  1. Por estos años pintábamos menos que chafachorras en la puerta del Sol... las decisiones se tomaban a nuestras espaldas y sin contar con nosotros...

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  2. José Luis: a primera vista asì podrìa parecer, aùn asì Espana seguìa contando bastante por sus estratégicos territorios europeos, aunque poco a poco siempre empezò a contar menos hasta legar a los crìticos anos de 1697-1700...

    Saludos.

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  3. Continúa siendo un relato apasionante, y como te dije, cuando entra en escena la política de bambalinas toma un rumbo trepidante.

    Hay ocasiones en que se ganan guerras sin disparar un solo tiro, casi casi parece un anticipo de la política de persuasión de la guerra fría.

    Va bien la historia...

    addenda- se ve un poco mayor a Kurt en esos nuevos videos

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  4. Isra: la diplomacia era fundamental en aquella época, era la encargada de ratificar o modificar lo que las armas habìan llevado a cabo...

    Un saludo.

    PD: valga de homenaje a Labordeta esos vìdeos, pronto volverà Kurt, no lo dudes ;)

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  5. Excelente relato. Parece una novela.

    Se cabreò el Capeto!!

    Un abrazo.

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  6. Ya estoy aqui, monsieur. Temía perderme las celebraciones de la paz, pero veo que llego a tiempo.
    Espero no tener mas problemas!

    Feliz tarde

    Bisous

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  7. Gaucho: pues sì, al Capeto (o como dicen por allì Capetienne) le sentò muy pero que muy mal estas negociaciones...

    Un abrazo.

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  8. Madame: bienvenida de nuevo, llega usted justo para las firmas de las paces. Pòngase sus mejores galas :)

    Un beso y espero que ya este todo solucionado con su pc.

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  9. Pues menos mal que al final Luis XIV transigió con lo que se le pedía, si no España habría pasado un mal rato, aunque ¿quién sabe? A lo mejor se le volvía en su contra la situación al rey francés.
    Un saludo.

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  10. Parece que la guerra está concluyendo, y por supuesto Aquisgrán benefició a Francia, pero pudo ser mucho peor si la Triple.

    Al emperador casi me atrevería a acusarle de traidor, siempre intentando sacar tajada de los despojos de la Monarquía Hispánica.

    Respecto al Franco Condado, siempre me ha parecido un territorio completamente olvidado. Su única importancia era su posición estratégica a mitad de camino entre Milán y Flandes y por tanto servía de apoyo territorial al "Camino Español" ideado en el s.XVI...
    ¡Uys! de las cosas que me estoy acordando hoy juas juas

    Un saludo, Alberto

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  11. Cayetano: al final acabó transigiendo porque a pesar de su potencia militar, aún no era el de la década de los 90 que él solo se enfrentó a media Europa y sus soldados, los de un solo país, sumaban prácticamente el mismo número que el del resto de potencias juntas...

    Saludos.

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  12. Jordi: Aquisgrán fue muy favorable a Luis XIV y sí, el emperador también fue un traidor a la familia desde mi punto de vista y fueron todas estas acciones las que le acabaron costando la sucesión de Carlos II, la gente se hartó de sus largas y de sus negociaciones a la espalda...

    Me alegro que estés recordando tantas cosas gracias estas estradas ;)

    Un saludo.

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  13. Todavía voy atrasado (por exceso de trabajo) en la Guerra de Devolución y estoy leyendo capítulos anteriores. Alguién apunta por ahí que en su reinado España no pintaba nada en el concierto internacional, pero soy de su opinión, todavía el nombre de España imponía y si se podía se la tenía en cuenta y trataban de no melestarla demasiado. Muy buena semana, Alberto.

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  14. Paco: no te preocupes, tú a tu ritmo ;)...España, a pesar de todo aún contaba pues sus territorios estaban situados en puntos estratégicos del concierto internacional y era necesario su consentimiento para casi todo tratado de paz o alianza...

    Saludos.

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  15. A don Luis se le hincaron las narices, por no decir otra cosa, jajaja. Pero se nota que no perdía la oportunidad para hinchar las de otros.

    Que mala costumbre la de esos países! decidir sobre las cosas de otro es muy feo... Señor, ya me parezco al "abuelo" Labordeta (RIP), jajaja.

    Hablando del occiso, no estaría mejor su frase "a la mierda"? ya que la dijo para defender la libertad de expresión.

    Reales Saludos

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  16. Mathìas: sì, podemos decir que a Luis se le "hincharon las pelotas" y mucho con este tema...

    ...lo de decidir sobre los otros siempre estuvo mal...y lo de "a la mierda" digamos que sì, es un canto a la libertad de expresiòn, pero no nos quedemos en lo morboso :)

    Reales saludos.

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  17. Majestad, nada puedo añadir a lo ya dicho. Un cordial saludo de vuestro Poeta Cortesano y Colega y Amigo.
    AMÉN y ¡RIAU RIAU!

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  18. Vaya ridículos en aquellas tierras que no nos servían para nada. ¿Qué beneficios daban el Franco Condado o Flandes? Creo que el Tratado de Utrech de 1714 fue un alivio, nos libramos de esas posesiones europeas que eran un lastre para nosotros.
    Saludos majestad

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  19. Old Nick: gracias por sus palabras y reciba un cordial y afectuoso saludo.

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  20. Juan: a nivel econòmico nos daban poco, y es màs nos quitaban bastante en gastos de soldados y defensa...sin embargo, daban prestigio y situaban a la Monarquìa en una situaciòn clave de la polìtica europea entre Francia y el Imperio. A lo largo de la historia se ha hablado de Utrecht de la misma manera que tu lo haces, sin embargo, creo que habrìa sido mejor quedarnos con todo, de hecho eso habrìa aumentado nuestra influencia e importancia en el continente en los decenios siguientes...

    Un saludo.

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  21. El famoso Franco Condado, ese territorio minúsculo en alguna parte, pero que en este caso jugará un papel importante en el tablero europeo. Una manera de seguir imponiendo el dominio del reinante imperio francés sobre el decadente imperio hispánico. Triple Alianza o no, el rey francés supo jugar bien sus bazas.

    Saludos

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  22. Carmen: así es, un territorio minúsculo pero importante estratégicamente y que para Francia era como una espina clavada en su propio costado...

    Saludos.

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