sábado, 14 de agosto de 2010

LAS MUJERES DE LA CORTE (IV): DOÑA LEONOR DE VELASCO, DAMA IMPERIAL (PARTE II)

Don Juan José de Austria, ¿amor de doña Leonor de Velasco?

La postura política de doña Leonor de Velasco fue evolucionando desde el “anti-nithardismo” y “austracismo” iniciales hacia un progresivo acercamiento a la causa de don Juan José, que terminó por definirse en los meses previos a la expulsión de Nithard de la Corte (enero-febrero de 1669). Entre 1667 y 1669, doña Leonor participó en algunas intrigas en contra del jesuita. El Duque de Maura, en su obra “Carlos II y su corte” (1911), calificó a esta dama como “chismosa, casquivana y enredadora” (1) que “puso al servicio de don Juan, ojos avizores de corrida indiscreta y lengua mordaz de doncella averiada, con la esperanza de poder ofrecerle su desmantelado corazón y el faldo de sus encantos”(2). Según esta interpretación, Leonor de Velasco, soltera a disgusto, se habría querido casar con don Iñigo de Toledo, hijo bastardo del marido de la Camarera Mayor (don Fadrique de Toledo, marqués de Villanueva de la Valdueza), sin embargo, este matrimonio habría sido desautorizado por el Consejo de Estado, una resolución que habría enfurecido a doña Leonor, que desde entonces, habría decidido odiar a Nithard y a la Reina, y vender su amor más carnal que político (según el juicio de Maura), a don Juan José. La férrea oposición de Leonor de Velasco al padre Nithard, cristalizaría en su participación en un complot palaciego destinado a colocar como confesor de Carlos II a Fray Juan de Madrid, dominico enemigo del jesuita. Esta intriga resultó y finalmente fue elegido como confesor del rey-niño Fray Pedro Álvarez de Montenegro, hechura de Nithard (3).

El Conde de Pötting, aunque permaneció al margen de estas intrigas cortesanas, siguió demostrando una gran admiración por la dama a la que siempre visitaba cuando acudía a Palacio: “Discurri en la antecámara segunda de la Reyna con doña Leonor de Velasco, que con ser dama, y de edad, sabe mucho” (4). Por tanto, el embajador valoró el hecho de que doña Leonor fuera “dama”, puesto que la colocaba en un punto estratégico de la política cortesana y de avanzada edad, es decir, con experiencia, que conocía a la perfección la manera de moverse en la Corte.

El alejamiento de doña Leonor de Velasco del lado de la Reina y Nithard seguramente no respondería a un plan fallido de matrimonio, más bien habría que interpretar este posicionamiento “austriaco” y cada vez más cercano a don Juan José en función de una política familiar basada en estrategias de acción conjunta, tanto en la Corte como fuera de ella, y en la que doña Leonor sólo fue una conexión más en esta red construida por los Velasco en torno a la lucha entre grupos cortesanos.

Al margen de la veracidad de las intrigas en las que doña Leonor podría haber participado, se observa, en las semanas previas a la salida de Nithard de la Corte, un posicionamiento más claro de la dama en el grupo “juanista”. En enero de 1669, don Juan José, huido de la justicia real, se había instalado a pocas leguas de Madrid en un intento de presionar a la Regente para que apartara al jesuita de su lado. El número de nobles que apoyaron a don Juan en esas fechas fue considerable, pues en la Corte se deseaba la expulsión del padre Nithard, al que se hacía responsable de todos los males de la Monarquía. Es precisamente en estos momentos de grave crisis, cuando las fidelidades y las aficiones políticas se modifican, cambian, mutan o se exacerban, en función de estas influencias externas. Las simpatías políticas que doña Leonor de Velasco tenía hacia don Juan, experimentaron un cambio en aquellos meses de enero y febrero de 1669, cuando don Juan José, a las puertas de la Corte, parecía ser aquel “mesías salvador” esperado por el pueblo y los Grandes (4).

El 2 de febrero de 1669, cuando doña Mariana de Austria estaba en plenas negociaciones con don Juan José, el Conde de Pötting aconsejó a la soberana que apartara a Nithard de su lado. Tras esta larga conversación, el diplomático, como acostumbraba, fue a hablar con doña Leonor de Velasco que, en palabras de Pötting estaba “hecha una vibora contra el Theatino” (5). Diego de Velasco, familiar de doña Leonor, actuó como mediador en el conflicto con don Juan José. Don Diego era mayordomo de don Juan José de Austria y tenía correspondencia con Pötting (6), por lo que no es de extrañar que doña Leonor se redefiniera políticamente en esos delicados momentos para la evolución política de la Regencia. Aunque seguramente este convencimiento de doña Leonor habría comenzado antes, en los inicios de las luchas político-propagandísticas entre don Juan José y el valido, cuando el bastardo se negó a embarcar hacia Flandes y decidió iniciar un duelo verbal con el teatino. Desde el verano de 1668 hasta enero de 1669, Leonor de Velasco, compenetrada políticamente con su pariente don Diego de Velasco, el mayordomo y secretario de don Juan, jugó un importante papel en la facción juanista.

Tras la expulsión de Nithard, doña Leonor, más firmemente convencida de su apoyo a don Juan José, siguió conservando una buena correspondencia con el embajador imperial, que debió mantenerse cauto en la negociación de la expulsión de Nithard, ya que la inclinación del Emperador, su amo, a favor de uno u otro contrincante era sumamente peligrosa para los intereses imperiales en la corte de su hermana doña Mariana. Cualquier movimiento hacia el jesuita o hacia el bastardo, podía recabar odios irremediables y, tal y como estaba la situación, lo más prudente era mantenerse al margen, jugar con las inclinaciones sin despertar sospechas, pasar la crisis en silencio. Así, el Conde de Pötting no acudió a la casa del confesor para despedirlo, pues cualquier gesto, palabra o movimiento que demostrara pena o regocijo por su salida de la Corte, podía generar afecciones o desafecciones hacia el Emperador entre la nobleza.

La neutralidad practicada por Pötting en los complicados momentos de la expulsión de Nithard, contrastaba con la mayor vinculación de doña Leonor de Velasco hacia don Juan José, que no ocultó en los círculos cortesanos sus acentuadas tendencias juanistas, hasta el punto de que comenzaron a circular en los mentideros madrileños rumores sobre el enamoramiento de don Juan José de la Velasco. Que habían entrado en “amores” físicos o espirituales es difícil de probar, además de ser una circunstancia poco probable en dama soltera de juventud pasada y bastardo regio alejado de las cámaras de la Reina, lo que sí parece cierto es la existencia de un “amor político”, tal y como lo definiría el Emperador, entre la Velasco y don Juan José.

Esta modificación en el ánimo político de doña Leonor, afectaría a largo plazo a la relación con el embajador imperial. Pötting debía seguir una estrategia de acercamiento a doña Mariana y ahora que el confesor había salido de la Corte, el Emperador esperaba que su diplomático tuviera más fácil el acceso a la voluntad regia, pues la confianza de la Regente se tendría que volcar en otros individuos. El Conde de Pötting experimentó rápido este hecho: si el 25 de febrero salía el padre confesor salía de la Corte, el 28 escribía el diplomático en su diario: “Hallé â Su Majestad con coraçon y resoluçion muy propio de Reyna, y de mas confianza conmigo que hasta ahora y en tiempo del Inquisidor, prueva patente de lo que siempre sospeché” (7). La estrategia a seguir a partir de la expulsión del jesuita era clara: ganarse la confianza de la Reina, empresa más asequible una vez apartado el gran obstáculo de Nithard, pues el patronazgo regio, la liberalidad de la figura real, su condescendencia… eran los objetivos de todo cortesano y con más razón los de un embajador


Fuentes principales:

* Oliván Santaliestra, Laura: “Mariana de Austria en la encrucijada política del siglo XVII”. Universidad Complutense de Madrid, 2006.

* Oliván Santaliestra, Laura: “Mariana de Austria: imagen, poder y diplomacia de una reina cortesana”. Editorial Complutense, 2006.



Notas:

(1) Maura y Gamazo, Gabriel: “Carlos II y su corte”, pag. 291.

(2) Íbidem.

(3) Íbidem, pag. 99.

(4) García Sánchez, Laura: “Juan José de Austria, un mesías para el pueblo”. En Historia 16. XXVIII. Nº 343. Nov. 2004. pp. 10-33.

(5) “Diario de conde de Pötting”, 2 de febrero de 1669, vol 2. p. 15.

(6) Ibídem. 21 de marzo de 1669. vol. 2. p. 26.

(7) “Diario del conde Pötting”, 28 de febrero de 1669. vol 2. pp. 21-22.

9 comentarios:

  1. Nos quedamos con la duda pues si la tal Leonor de Velasco tuvo trato carnal con el bastardo o simplemente hubo una mera atracción por simpatía hacia su persona o por afinidad política.
    Turbulentas bajan siempre las aguas de la política de la corte con sus facciones, sus pasiones, sus odios y sus intrigas.
    Un saludo.

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  2. Cayetano: así es, yo personalmente no creo que hubiese tales pasiones carnales por la lejanía entre ambos, pero nunca se sabe, aunque ella estaba entrada en años, don Juan por aquellas fechas ya contaba con 40 años...

    Como ves, esta época está llena de intrigas.

    Un saludo.

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  3. Hombre, no me extraña lo de doña Leonor, que fuera la cosa mas carnal que politica, porque hay que ver lo guapo que está don Juan en ese retrato. Y si la pobre tenía que estar a dieta forzosa pues claro, cada vez que lo veía le temblarían las rodillas. Nadie es de piedra, y menos en las tristes circunstancias a las que se veía reducida en contra de su voluntad. Y él parece que era un hombre fácil, así que no pondría yo la mano en el fuego, monsieur.

    Por cierto, acabo de subir una denuncia contra un blog que anda publicando artículos de otros sin mencionar la fuente. Es que vi mi ultima entrada sobre el falso zar copiada literalmente, y reclamé y por fin me pusieron como fuente, pero seguro que hay muchisima mas gente afectada. Eche un vistazo por si acaso.

    Feliz tarde, monsieur

    Bisous

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  4. Ah, ya lo habia visto usted. Nos hemos cruzado.

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  5. Madame: la verdad es que sí, don Juan en ese retrato está hecho todo un señor lleno de elegancia, se nota la sangre real.

    Sí, ya leí su blog y como le digo mañana haré una entrada-denuncia para apoyarla. He controlado y no he visto que hayan copiado nada mío, pero sí que copian artículos enteritos de El País por ejemplo, muy originales...

    Saludos.

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  6. Intrigas & mas intrigas, deberían hacer una blogósfera sobre eso...

    ...Que buena idea! también se me había ocurrido crear un blog con minientradas sobre anécdotas de historia, en el cual todos colaboremos, jajaja

    Bueno, me sorprende que de las tres mujeres de quienes habló su Majestad, dos hayan estado en contra de Mariana, pobre desdichada.


    Y ahí tenemos la imagen de don Juan, aunque en esa ocasión me refería a Juan de Borbón, también me complace conocer de cerca a Juan de Austria.

    Reales Saludos

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  7. Mathías: así es, muchas de estas señoras estaban en contra de la regencia como consecuencia de sus redes familiares...lo del blog que se le ha ocurrido sería proponerlo en el Consejo de Grandes ;)

    En cuanto a don Juan, me acordé de usted al poner la foto, pero espere que pronto llegará la serie dedicada a su iconografía...y ya ve también tenemos a don Juan de Borbón en video e imagen, el padre del Rey, hijo de rey y padre de rey, pero no rey, algo así como el Gran Delfín, hijo de Luis XIV y padre de Felipe V, pero no rey...

    Saludos.

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  8. jajajajaja!!!

    ".....ojos avizores de corrida indiscreta y lengua mordaz de doncella averiada, con la esperanza de poder ofrecerle su desmantelado corazón y el faldo de sus encantos..."

    Parece que no la querìa!!!


    Que cosas, las que allì pasaban.

    (casi lo mismo que en una oficina actual!!)

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  9. Gaucho: ya ves, el Duque de Maura era totalmente anti-juanista a pesar de escribir en el siglo XX, pues hacía una parangón entre la regencia de doña Mariana de Austria y la de María Cristina de Habsburgo-Lorena, madre de Alfonso XIII a la que defendía...

    Buen símil el de la oficina jejeje

    Un abrazo.

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