miércoles, 16 de diciembre de 2009

ICONOGRAFÍA DE UN REY-NIÑO VII

Continua la serie sobre la iconografía de Carlos II durante su menor edad. El cuadro que hoy protagoniza esta entrada es un retrato obra de Juan Carreño de Miranda presente en el Fine Arts Museums of San Francisco (San Francisco, EE.UU.) y según mi experiencia fechado seguramente hacia 1671 (año en el cual el pintor avilés fue nombrado Pintor de Cámara).


El Rey, de diez años de edad, es representado de tres cuartos, vestido de negro con valona blanca y el Toisón en el pecho. Con la mano izquierda, envuelta en un guante, sostiene el sombrero; mientras que la mano derecha está descubierta. Se puede igualmente ver la espada enganchada al cinturón.


Carlos II con el pelo largo y rubio, solo descubriendo la frente, se encuentra situado en un fondo negro indefinido. El retrato no hace sino seguir la línea establecida por Velázquez para los retratos de Felipe IV, en los cuales el Rey vestido de negro (a la "moda española") es retratado sobre un fondo negro sin la menor parafernalia barroca, como pueden observarse, por ejemplo, en los retratos de los monarcas franceses o los grandes duques de Toscana. La simple imagen del Rey bastaba para imponer respeto y para representar la majestad del monarca de la mayor monarquía de la Cristiandad.

2 comentarios:

  1. Imagino que el pintor, en el caso de este retrato, se mostró sumamente benevolente con la apariencia real. Las descripciones que nos aporta la documentación no nos dan esta imagen, pero, claro, dentro de las funciones de un pintor de corte sería la de mejorar el aspecto de los miembros de la familia real. Digamos que sería un photoshop de la época, ¿no?, jejej.

    Un saludo

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  2. En realidad todos los retratos de Carreño de Miranda son muy reales pues pertenece a la escuela velazqueña. Las definiciones morbosas sobre su estado físico venían de la parte francesa, enemigo número uno. De hecho baste recordar la reacción de la reina María Luisa de Orleans cuando llegó con miedo de encontrarse con un monstruo y en cambio encontró un apuesto joven, evidentemente con todos los rasgos del prognatismo de los Austria, pero para nada horrendo. El declive físico del Rey se inició realmente a partir de 1690 con sus problemas de salud se agravaron. Con esto no quiero decir que fuese una belleza, sino que no eran el monstruo que los enemigos de la Monarquía pretendían, y de hecho los retratos de Carreño así nos lo presentan, tal como éste mismo en el que podemos ver un niño de diez años bastante bello y bien formado.

    Un saludo

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